Y es el tú que se va. El tú que se despide de mí, y se mete en un autobús, o en un avión...
Es el tú que me obliga a sacar un yo cínico que simula que está bien, y que es lo que hay.
Es el tú que me obliga a parecer fuerte y a sonreir y mirar para delante.
Aunque no tenga ganas.
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