29 may 2009

De cómo las cosas se pudren

No hace tanto tiempo de aquella época en la que la gente se llevaba bien. Por supuesto, con sus más y sus menos... Al fin y al cabo, en un grupo de gente grande siempre hay roces y desavenencias. Pero no sé en qué momento empezaron a estropearse las cosas. Y no acabo de entender por qué.
La gente cambia, evoluciona... eso está claro... Y cuando pasa el tiempo, dejas de tener contacto con personas que eran importantes en tu vida... pero las que más significan algo, siempre siguen por ahí.
Y ahora... parece que cualquier comentario puede desencadenar una pelea. Y no me gusta. No me gusta pq todos, quien más, quien menos, tenemos cosas de las que avergonzarnos. Todos tenemos secretos y todos hemos contado secretos. Todos tenemos trapos sucios. El problema está en que, estando todos relacionado como lo estuvimos, si alguien empieza a tirar del hilo, no va a salir más que mierda. Historias de hace varios años, que ahora ya ni tienen sentido ni le deberían importar a nadie. Y que no, ni mucho menos, deberían utilizarse como arma arrojadiza en una discusión. Las cosas que se cuentan en confianza, aunque cambien las relaciones, deberían quedarse ahí.
No me gusta, no. Me da mucha pena pensar en lo que fuimos, y en lo que se ha quedado todo aquello. Que, evidenemente, todos sabíamos que llegaría un momento en el que los grupos se reducirían, y cada uno nos quedaríamos con la gente que más nos importa... pero eso no es excusa como para atacar y contraatacar. ¿No podemos dejar estar las cosas?

1 comentario:

ANDER dijo...

Cuando fuimos los mejores... los bares no se cerraban a la hora señalada.